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  • Úrsula Álvarez Gutiérrez

Testimonio de una posesión. Última parte - Endometriosis


A la cirugía de Endometriosis Profunda le sigue un periodo largo de medicación, porque el cerebro de una mujer que la ha conocido sigue produciendo dolor, es un tema neurológico parecido al “síndrome del amputado”. Tres años y medio después de mi cirugía, sigo tomando dos pastillas al día para vencer al fantasma del demonio. ¿He vencido a la Endometriosis Profunda? No lo sé. Me derrotó tantas veces que no me atrevo a asegurarlo, quizá pase un tiempo más, o la vida, temiendo sus berrinches espectrales. De lo que sí estoy segura es de la suerte que tuve al encontrar una eminencia médica* en mi propio país, y antes que a él, a un médico honesto* que sólo me tocó para intentar curarme, que llegó a colocarme inyecciones analgésicas antes de hacerlo y jamás me utilizó como una enciclopedia con patas, como hicieron casi todos los ginecólogos anteriores a él.
La Endometriosis Profunda invade los rincones más sagrados de la intimidad de una mujer. El dolor que ocasiona no te suelta, como un compañero maldito, o un grillete que Satanás te fuerza a arrastrar. Una mujer que se rinde mil veces ante un espéculo en una camilla con estribos, llega casi a desquiciarse y entonces, esos aparatos helados penetran su espíritu y lo capturan. Tener Endometriosis Profunda es conocer uno de los rostros del mal.
No hay una medicina que cure con certeza la Endometriosis, por lo tanto, no hay laboratorio que pueda lucrar con ella. Un ginecólogo que pretenda especializarse en Endometriosis deberá pagar él mismo los poquísimos y carísimos cursos y congresos sobre el tema, y además, comprar con su propio dinero los instrumentos absurdamente costosos (cada uno vale miles de dólares) que le servirán para realizar el exorcismo. Si la Endometriosis atacara los órganos reproductivos masculinos e inutilizara a los hombres, el mundo estaría lleno de especialistas, los instrumentos para combatirla serían material obligatorio en cualquier hospital público, y la cirugía sería accesible para todos.
“Benigna,” siguen llamando a la Endometriosis, y no sólo los ignorantes, sino hasta muchos médicos. “Cáncer Blanco”, le dicen también, porque aunque funciona igualito al cáncer, no mata… como si matar de dolor no fuera matar. “Silenciosa”, también la llaman y eso sí es verdad, porque cuando ataca, una se vuelve estatua: no respira, no llora, no grita, no gasta fuerzas en vano; y además, la zona del cuerpo que suele invadir es una zona de la que una no quiere hablar y menos en público. La Endometriosis puede aparecer o reaparecer aunque una no tenga útero ni endometrio, no puedo explicarlo, pero es así. Los médicos especializados en tratarla son demasiado pocos, insuficientes, en todo el mundo.
La Endometriosis suele anunciarse desde las primeras reglas de una niña y lo hace con dolor que no necesariamente viene sólo los días de la regla. Si su hija tiene reglas demasiado dolorosas, algo está mal. Si se detecta a tiempo puede controlarse. Si usted ha tenido Endometriosis alguna vez, no crea jamás que la ha vencido. Hágase una ecografía completa y exhaustiva por lo menos una vez al año. Este demonio se esconde hasta que deja de hacerlo y también es capaz de resucitar. Propaguemos su nombre espantoso.
Visibilidad para la Endometriosis. Por favor, comparta éste artículo. Ataca a una de cada diez mujeres. Gracias.

Marzo es el mes mundial de visibilización de la Endometriosis. No me gusta escribir sobre ella, pero los testimonios sirven. La próxima publicación será un cuento, algo más bonito, sin demonios ni dolor.

*el doctor José Negrón, en Lima, y el doctor Fernando Jarufe, en Arequipa.

Úrsula Álvarez Gutiérrez

Santander, marzo del 2023

Imagen: Blog Mitos y verdades sobre la endometriosis.


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