Conocí a mi abuelo Sixto casi setenta años después de su muerte. Soy su nieta favorita gracias a mi afán resucitador y olfato de sabueso.
Alquilé un caserón terrorífico para estar frente al mar de Mollendo, su mar. Coloqué su retrato, con expresión de lobo feroz, sobre la repisa de la chimenea para que me protegiera de los fantasmas de ese lugar cochambroso
Mi recompensa llegó al comprobar que la suya fue una vida riquísima y muy vivida, ¡leí tantas veces su nombre! Sixto se materializó a mi lado por la fuerza del amor y sonrió para mí con esos ojazos de amo del mundo, hola, querida, por fin alguno de ustedes me llama.
Van en el nombre de Sixto todas las historias acerca de nuestra familia, tribu de locos fantásticos*. Sixto vivió, Sixto vive. Somos porque fueron.
*Todos los cuentos acerca de nuestra familia, los Gutiérrez Cueto, están basados en investigaciones, hechos publicados por periódicos y libros históricos. También me apoyo en lo que nuestros espíritus me cuentan cuando conversamos y, claro, ellos podrían estar tomándome el pelo, o no. Cuento sus vidas según las comprendo y siempre las escribo, inevitablemente, desde el amor.
Si. Es lindo conocerlo. Nunca es tarde para conocer a un valiente.
Me encanto