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  • Úrsula Álvarez Gutiérrez

De espéculos, Endometriosis y un espíritu tomado (Agosto 2019)

¿Cuántos espéculos son suficientes en la vida de una mujer para que ella diga basta? ¿Cuántos espéculos le dan derecho a enloquecer y refugiarse en un llanto de niña? ¿Cuarenta, ciento setenta?, ¿y cómo hace una para contarlos con los ojos cerrados mientras busca un lugar feliz adentro de su mente?



Vamos a intentar evitar otra cirugía, dijo mi ginecólogo de Arequipa confirmando el diagnóstico más pavoroso que he oído en mi vida: Endometriosis Profunda. Aunque me salgan plumas, contesté yo. Qué médico el mío… el amor de mi padre me envolvió desde el cielo, tal como se lo pedí, y di con un excompañero de colegio, demasiado mayor para poder recordarlo. Con razón esa carita conocida, me dijo. Así es Arequipa, la gente te ubica por la cara, si fuera delincuente no podría hacerlo sin arrastrar a toda mi familia a la ignominia. En mi larguísima vida de endometriósica nunca había tenido un médico tan enemigo del dolor. Me examinaba medio dopada. La última revisión incluyó una inyección, para que duela menos, Ursulita, he tocado los nervios tomados. Un poco más de tres meses de tratamiento. Un millón de pastillas e inyecciones. El dolor menguó más o menos al mes. Pude hacer una vida normal, los puentes dejaron de ser atractivos y volví a pensar con claridad. Hasta viajé a Cantabria, mi tierruca. Parecía que todo iba a estar bien.


A los diez días de tomar la última pastilla los dolores volvieron. Y es que así es la Endometriosis, revive cuando crees que ha muerto y se alista a matarte de dolor dejándote viva. Se le define como “enfermedad benigna”, quizás porque ningún hombre la ha sufrido jamás, salvo mi papá que lloraba por mí sujetando mi mano cuando la Endometriosis entró en mi vida. La Endometriosis puede tomar toda la zona ginecológica, como un pulpo insaciable y satánico, puede apoderarse también de los intestinos y los nervios vecinos, los riñones y si le da la gana hasta del corazón y los pulmones. Y la llaman benigna. Ella no sólo invade y reclama lo que le apetezca, ella hiere, arde, quema, clava, empuja, empuña.


Hay poquísimos especialistas en Endometriosis Profunda en el mundo. Un intento por evitar una cirugía, dijo muy claramente mi médico. Cuando fue evidente que el intento no estaba funcionando, me envió a ver a un cirujano, en Arequipa. Podríamos hacerle una histerectomía completa pero es un poco difícil que logremos cortar el nódulo que está en el intestino, señora. Sugiero seguir con las pastillas por tiempo indefinido. La cara de mi médico cuando se lo conté, su expresión de frustración y escepticismo. Tú tienes que estar sana para irte a escribir a Cantabria. Retomé las pastillas, claro, es la única forma de ser medianamente funcional, el miedo va aparte. Demoré todo lo que pude y usé todas las excusas posibles engañándome solita hasta que no me quedó más remedio que sacar cita con el especialista en Lima.


Viajaré sólo para verlo. No he comprado pasaje de retorno porque no sé cuándo será eso. No quiero ir. No quiero echarme en otra camilla con estribos y sin calzones. No quiero tener otro espéculo adentro de mí. No es para eso que se inventó esa parte del cuerpo de una mujer. Estoy un poco harta de la adultez que nos obliga a enfrentar las crisis sin llorar, a tomar decisiones y dar la cara, o la zona que se precise, a la vida. Es evidente que ésta vez la Endometriosis ha tomado mi espíritu, la siento envolverlo y por eso viajo a Lima aunque no quiero, han de ser mis fantasmas empujándome y forzándome a recuperarlo.


Hay un especialista en mi país, eso es mucho, soy afortunada, no tendré que acudir a aquel “muy famoso en Italia, que mencionaron cuando esta pesadilla comenzó. El especialista peruano sabrá lo que hay que hacer. Él ha de lograr que esto pase de una vez. Yo haré lo que él mande, soy muy obediente cuando tengo miedo. Ojalá pueda pagarlo sin desgraciarme.


La Endometriosis se anuncia, desde las primeras reglas de una niña y lo hace con dolor que no necesariamente viene sólo los días del periodo. Si tu hija tiene reglas demasiado dolorosas, algo está mal. Si se detecta a tiempo puede controlarse. Si tú has tenido Endometriosis alguna vez, no creas jamás que la has vencido. Hazte una ecografía completa y exhaustiva por lo menos una vez al año. La Endometriosis revive, se esconde, reaparece y puede tomar hasta tu espíritu si la dejas. La Endometriosis no es una enfermedad “rara” ni infrecuente. Lo que sucede es que no se habla de ella.



Úrsula Álvarez Gutiérrez

Escrito en Arequipa, Agosto 2019

Imagen: internet

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